Entrevista a Ronald Hidalgo
Tranquilo y confiado en su voto lució ayer Ronald Hidalgo. Estuvo ataviado con ropa deportiva, gorra blanca, camisa rayada, jean y zapatos negros. Pasadas las 09:00 se presentó a sufragar en el colegio Carlos Julio Arosemena, junta 14, en Pascuales.
Al llegar al recinto se sumó a la fila que le correspondía, detrás de aproximadamente 30 hombres que esperaban turno. Un militar parado en la puerta del aula controlaba la entrada, mientras que un policía guardaba el orden en el interior del salón.
Finalmente llegó el turno de Ronald. Una vez que recibió la papeleta, se tomó su tiempo para meditar cada pregunta, aunque ya sabía que marcaría No en la número siete, aquella que consultó al pueblo sobre la prohibición de negocios de azar en el país.
Él trabaja para la empresa Profeseries como administrador de la sala de juegos llamada Camelot, que está ubicada en la avenida Rodolfo Baquerizo Nazur y Demetrio Aguilera.
Lleva cerca de cuatro años laborando para esa compañía. Comenzó como supervisor para un departamento de inspectoría hasta que fue promovido a su puesto actual. Le duele que la estabilidad de su trabajo dependa del pueblo, como si también fuera un juego de azar.
Una de sus preocupaciones, en caso de perder su empleo, es cómo mantendrá a su hijo Jean Carlos, de tres años, fruto del matrimonio con Tatiana Barreiro, con quien lleva cuatro años de casado.
“Mucha gente mira este negocio como un vicio; pero nos preocupamos más de los toros y casinos en vez de la delincuencia, secuestro exprés, sicariato y drogas. Voté No en la pregunta 7 porque es injusto para quienes laboramos aquí. No inducimos al vicio, ni repartimos ninguna bebida alcohólica o cigarrillos. Las personas tienen libre derecho a entrar a esta sala o cualquier casino para jugar al azar. Se pierde o se gana”, contó días antes del sufragio.
Una de las principales metas de Ronald es comprarse una casa; pero este sueño podría quedar suspendido temporalmente.
Otro objetivo que se ha propuesto para progresar es formar con su esposa una microempresa, aunque todavía no sabe sobre qué; solo tiene claro que para ello necesita un fondo económico.
A pesar de que atraviesa un periodo de incertidumbre por las elecciones, es consciente de que no dejará de estudiar a distancia en la Universidad de Guayaquil la carrera de Marketing y Publicidad.
“Yo aprovecho la universidad. Si no estudio, no soy nadie; y no quiero ser bachiller toda la vida, sino prosperar y seguir adelante”. Planea graduarse de licenciado y continuar con una segunda carrera, que es Psicología Estudiantil.
Su trabajo le ha permitido contribuir con la economía familiar. Inclusive les ha prestado dinero a sus padres para cubrir gastos como la comida o lo relacionado al colegio de su hermano de once años. Para él es una bendición apoyar financieramente a sus seres queridos.
Decidió encomendarse a Dios mientras espera los resultados de la consulta. Él ve su futuro incierto, su familia se encuentra preocupada y sus sueños están en suspenso.
“No sé que sucederá con los trabajadores. Es difícil adaptarse a un nuevo empleo, aunque todos son capaces de conseguir uno. Además, hasta se requiere dinero para hacer un currículum, para sacar el récord...”.
Después de votar, Ronald se fue apurado; debía viajar a Santa Elena para laborar en otra sala de juegos.