"Se aprende mucho de la tarea de instruir a las nuevas generaciones”
Llegó a la docencia universitaria tras autoexiliarse de su primera vocación: el periodismo. Por razones personales, en 1981, decidió dedicar su vida a la formación de los futuros comunicadores sociales de la Universidad de Guayaquil.
“En el momento en que me convertí a testigo de Jehová, se produjo una incompatibilidad entre el tabloide que administré por 25 años en Quevedo debido a que este mantenía una línea de confrontación con políticos de dudosa probidad”.
Fue entonces cuando volvió a la facultad de donde egresó, esta vez para ayudar en la tarea de formar a jóvenes en tres niveles de estudio.
Vicente Verduga, de 71 años, nació en Guayaquil, lugar que abandonó a los 25 años de edad debido a que su ambición era proyectarse con un medio de comunicación propio, pero para ese entonces (1965) la competencia en su ciudad natal era fuerte.
“Entre Vistazo, El Universo, El Telégrafo, entre otros, tenían dominadas las preferencias ciudadanas”, recordó Verduga, quien antes de partir trabajó para el alcalde Guillermo Cubillo.
En la provincia de Los Ríos, donde llegó a ser presidente del Círculo de Periodistas Deportivos, tuvo la oportunidad de probar suerte como docente en varios colegios. “Después de todo es algo que lo he llevado en la sangre”, comentó.
Mientras trabajaba en Quevedo, le llegó una invitación de la naciente Facultad de Comunicación Social (Facso) para participar en un encuentro internacional en Bogotá. “Ahí me enrolé con los docentes y luego la decana (Cumandá Gamboa) me propuso que trabajara en la facultad”.
Entre impartir clases a estudiantes de colegios y jóvenes universitarios, Verduga descubrió “una de mis pocas cosas buenas de la vida”.
Tener la edad para jubilarse y, al mismo tiempo, las fuerzas para viajar cada viernes desde Ballenita, donde actualmente reside, a impartir la asignatura de Relaciones Públicas, tienen convencido a Verduga de que su vocación es la docencia.
“Si hubiese un decreto en la Facultad de Comunicación Social que dijera que los docentes debemos pagar para enseñar a los jóvenes, yo pagaría”, aseguró. No se trata, manifestó Verduga, de creerse una piedra filosofal. “Yo vengo a compartir conocimiento con mis alumnos porque ellos me enseñan muchísimo”.
Las ocurrencias y vivencias de los estudiantes llenan de energía al ex periodista, cuya única actividad se limita a la academia, aunque también obtiene réditos por alquilar unas viviendas de su propiedad.
Entre los periodistas que recuerda haber educado está Hugo Gavilanez, presentador de noticias de RTS. Sin embargo, no ha compartido ninguna reunión con él ni con ningún grupo de ex alumnos.
“Para saborear el triunfo no hay que molestar al alumno, hay que verlo de lejos; el estudiante exitoso no existe para hacer favores a su maestro”.
La vocación docente fue lo suficientemente fuerte como para evitar tentaciones de grupos políticos. “Yo respeto a mis colegas que han hecho del periodismo o la docencia su plataforma política pero no comparto esa postura”.
Verduga siente plena satisfacción de poder sintonizar con las nuevas generaciones a través de las palabras y la elocuencia. “Me siento realizado”, aseguró.
Sabe que en algún momento también tendrá que autoexiliarse de la academia, pero hasta entonces, mientras le queden fuerzas físicas y mentales, seguirá ejerciendo con la vocación de siempre.