Los conductores de la ciudad hasta la tarde del viernes no podían utilizar el puente de Las Monjas, que une la ciudadela Urdesa con la avenida Carlos Julio Arosemena, pese a que las autoridades municipales informaron que el  jueves estaría habilitado el paso.

No obstante, en la noche del viernes 6 de noviembre, un año y cuatro meses después de iniciarse la  obra, el viaducto empezó a funcionar.

A diferencia del congestionamiento de días anteriores al feriado, el tránsito fluyó ayer rápidamente. El caos que se formaba en la avenida del norte, como el jueves pasado, no se repitió pese a las lluvias que cayeron en la urbe.

William Torre, un frecuente usuario de la zona, ayer expresó su satisfacción por la “reinauguración” de la obra, ya que por varios meses transitaba por otras calles para  llegar hasta la Carlos Julio Arosemena. “Ahora veamos si entre semana este puente es una solución al congestionamiento vehicular ”, comentó el conductor.

Según datos técnicos de la construcción, tiene una longitud de 100 metros y 14,50 m  de ancho, con dos carriles y 1,40 m  de acera peatonal por cada carril.

A las 09:30 de ayer, la decena de obreros -que hacían los últimos arreglos a la hora- no estuvieron. En  una de las aceras aledañas los letreros de precaución y los que identificaban a la ejecutora del paso estaban en el piso.

Además, en las aceras de las casas que están al final del puente todavía hay agujeros destapados -que son parte del alcantarillado- y postes inclinados -en los que están los semáforos- sostenidos por cañas, para evitar que se caigan.

En días pasados, el director de Obras Públicas del Municipio porteño, Jorge Berrezueta, indicó que la edificación tiene varias modificaciones.

“Antes los pilotes se encontraban a  22 metros de profundidad y ahora llegan a 39 metros. Además, su vida útil será de 20 a 40 años”, aseguró el funcionario.

Agregó que han realizado  varias pruebas de carga para evaluar si soportará los 25.000 vehículos que transitarán  diariamente.

El viaducto ha permanecido cerrado al tránsito vehicular desde el 6 de diciembre de 2010, cuando parte de su estructura colapsó sobre el estero Salado.