Después de la enésima vez que han tirado plátanos en contra de jugadores de fútbol negros en Europa, Daniel Alves ha resuelto comer el plátano y Neymar declaró: “Somos todos macacos” (somos todos monos). Es el comienzo de la reacción que los propios europeos parecen incapaces de hacer contra la discriminación en los estadios de fútbol, simple continuación de lo que pasa en la vida cotidiana en países que se consideran ‘blancos y civilizados’.
Europa ‘civilizada’ se ha enriquecido sobre la base de la esclavitud y a su corolario es la discriminación y la reducción de los negros a ‘bárbaros’. Ellos llegaron a América con la cruz y la espada a ‘civilizarnos’, esto es, a destruir a las poblaciones nativas y someterlas a la dominacion colonial. Han sacado a millones de africanos de su mundo para traerlos como animales a trabajar como esclavos para explorar las riquezas de América y mandarlas a la Europa ‘civilizada’.
Todo el movimento histórico de la ‘libertad, igualdad, fraternidad’ se ha desarrollado en función de la liberación de los siervos de las glebas de Europa, desconociendo a la esclavitud que esa misma Europa practicaba. Nadie -salvo el solitzrio Hegel- tomó conocimiento de la Revolucion Haitiana en contra de la dominación de la Francia ‘emancipada’ por su revolución, pero opresora de la primera Revolución Negra de independencia en las Américas.
Siglos después, cuando Europa ‘civilizada’ liquida su estado de bienestar social y tira al abandono a millones de personas -antes de todo a los inmigrantes, que fueron a a trabajar en condiciones degradantes, cuando sus economías los necesitaban- el racismo demuestra toda su fuerza. Son los partidos de extrema derecha los que lo fortalecen, al tiempo en que el racismo se extiende también a los campos de fútbol, sin que genere gran indignación en la Europa ‘civilizada’.
A la par se desarrollan campañas discriminatorias en contra de Brasil, proyectando un país de “culebras, tigres, monos” que asedian el Campeonato Mundial de Fútbol, además del absurdo y estúpido informe del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, caracterizando a Brasil como país de alto riesgo, como sugiriendo que la gente no venga a Brasil. Si fuera así, Alemania retiraría sus grandes inversiones en Brasil y frenaría las nuevas fábricas de BMW, de Mercedes y de la misma Volkswagen.
Esa campaña, llevada a cabo por las fuerzas conservadoras de los medios de comunicación internacionales, se da porque Brasil incomoda al ideario de esas fuerzas. El Brasil de hoy no es más el país de la dictadura militar, no es más el país del neoliberalismo.
Mientras Europa, envuelta todavía en ese modelo, produce un desastre social de proporciones continentales, Brasil y otros países de Latinoamérica crecemos y disminuimos la desigualdad y la miseria que crecen en Europa. Nosotros los incomodamos porque estamos en contra del Consenso de Washington, que ellos intentaron imponernos, causándonos grandes daños, que nosotros supimos superar, volviéndonos la región del mundo que se contrapone a los caminos que Europa asume.
Vamos a recibirlos en Brasil con la más grande cordialidad en el Campeonato Mundial de Fútbol. Comiendo y ofreciendo bananas, asumiendo que “somos todos macacos”.