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El Telégrafo

¿Ya estamos al borde de una III guerra mundial?

15 de noviembre de 2015

Lo ocurrido en París es grave. Así como el ya histórico 11-S, lo de este viernes 13 de noviembre abre una etapa en la historia, difícil de predecir cómo se cerrará. A la vez, las fuerzas políticas y militares en conflicto pondrán en escena todos sus ‘talentos’ guerreristas y con ello tendremos por delante un escenario violento y brutal.

Y con todo lo que rodea a este hecho -como la crisis migratoria y la guerra en Siria- bien podría cumplirse el pronóstico del papa Francisco, quien ha insistido que se han dado las condiciones para ya estar en una III guerra mundial.

Es inaceptable e injustificable, por donde se quiera ver, el uso de la violencia y el terror como recursos o herramientas para resolver las diferencias y los conflictos.

La responsabilidad es colectiva: cada uno de los países y las hegemonías colonialistas que por siempre han querido imponer sus visiones, concepciones y hasta modos de ser no son ajenos a lo que estamos viviendo. Igual, esos grupos armados violentos saben que su venganza no se puede dirigir a personas inocentes, tampoco crear el caos y el pánico para imponer sus visiones y argumentos.

América Latina ha dado muestras de una férrea voluntad pacífica. Se ha declarado región de paz y para ello ha construido instituciones y una cultura a favor de ese anhelo. Pero nadie puede dudar que cuando ciertas potencias e intereses deseen hacer de esta región su espacio o escenario para satisfacer sus apetitos no tendrán ninguna consideración. Por ello hay que entender por qué ocurren estos hechos, como el de París o el derribamiento de un avión ruso hace varias semanas.

Para todos es conocido el conflicto legendario en Medio Oriente. Y por lo mismo tenemos la capacidad de entender que mientras no se resuelvan las causas de fondo, no tendremos en el corto plazo ninguna pista a favor de la paz. Pero también sabemos que hay todo un complejo militar industrial que estimula, financia y hasta sostiene los conflictos armados para incrementar sus ingresos. ¿Qué sería de esa industria si todos los países declaran la paz y destierran todo tipo de solución militar?

Ahora corresponde a la comunidad mundial poner toda la buena voluntad política para impedir que se desate otra guerra mundial. El pronóstico es imprevisible y solo podemos advertir que centenas de miles de personas inocentes serán las únicas víctimas, con las secuelas que todo ello acarrea.

Y es lamentable que en Europa ocurra todo esto, después de haber vivido dos conflagraciones mundiales. Francia atraviesa un momento desgarrador y doloroso. Toda la solidaridad para sus ciudadanos.

Y al mismo tiempo esperamos que se haga justicia, se castigue a los responsables, pero necesitamos que esa justicia no genere más violencia y mucho más que la comunidad mundial coopere para una paz integral y permanente. (O)

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