La llamada ‘Pichi’ Corte quedará marcada en la historia del Ecuador como ese estrado simbólico del peor ejercicio de la política. Con esa magistratura judicial -que hoy cumple diez años de haber desbaratado toda sensatez institucional- quedó claro que el pueblo era mero espectador de las disputas de grupos oligárquicos y de expresiones de las corporaciones bancario-financieras.
Todos ellos (los llamados poderes fácticos, junto a sus expresiones mediáticas) colmaron la paciencia de la gente. Y la respuesta fue política, absolutamente política: la convocatoria a una Asamblea Constituyente que se concretó tras la llegada a la presidencia de Rafael Correa en 2007.
Han pasado 10 años y la estabilidad lograda permitió dejar atrás esa pésima imagen de país ingobernable y de pobreza en ascenso. Por lo mismo, es pedagógico y necesario recordar estos hechos, bajo la lupa de la historia, de modo que las aventuras y los cantos de sirena que evocan ahora algunos tengan un espejo en el pasado no tan lejano.