El año 2020 quedó atrás y con él las secuelas de dolor e incertidumbre, sobre todo por la pandemia que aún amenaza a la sociedad. Sin embargo este nuevo año se presenta para los ecuatorianos como una etapa de desafíos, no solo en el ámbito de la salud y la reactivación. También es un año electoral en que varios escenarios se muestran, de allí que impera el rigor analítico para saber qué es lo que queremos y hacia donde debemos enrumbarnos.

Para empezar, las cartas están echadas en cuanto a candidaturas se refiere, sobre todo en la papeleta para Presidente y Vicepresidente. Es cierto que el abanico es amplio, demasiado tal vez, por cuanto los ecuatorianos deben elegir entre 16 postulantes al futuro inquilino de Carondelet. Quizás el elevado número de aspirantes disperse la votación o confunda a los electores, por eso es responsabilidad ciudadana detenerse por un instante y analizar qué propuestas son las que necesitamos, no solo en lo individual, sino como nación.

El empleo, la seguridad, la lucha contra la corrupción, la reactivación económica, la seguridad social, en fin, son varias las necesidades urgentes que los ecuatorianos aspiran que se cumplan en este 2021; si bien es cierto que de momento el Gobierno ha aliviado la dura carga presupuestaria con el auxilio de los organismos multilaterales, también es cierto que quien lo suceda garantice y fortalezca la confianza no solo de los organismos internacionales, sino también de los mismos ecuatorianos.

Pero también se decide un nuevo Legislativo, el otro poder del Estado ecuatoriano que, haciendo un bosquejo a grandes trazos, pareciera que se constituirá sin una mayoría en firme, donde las voluntades también serán dispersas. Con el poder del voto, los ecuatorianos tenemos la responsabilidad entonces de que quienes nos vayan a gobernar sean los hombres y mujeres idóneos que en verdad reflejen la esperanza del país que, de una vez por todas, le urge emerger.

El 2020 fue un año complicado, entonces el 2021  debe ser el año de las concreciones; el voto debe ser razonado y dirigido a quien y a qué propuesta de gobierno estamos entregando la confianza. El llamado entonces, es a la reflexión serena, a conocer bien a los candidatos y sobre todo, si sus proyectos o promesas son las que en verdad convienen a la completa recuperación del país. (O)