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Los dirigentes sindicales saben dónde tienen que ir tras la marcha del miércoles: a la Comisión de los Derechos de los Trabajadores y la Seguridad Social. Ahí se tendrá que reflexionar, debatir y elaborar el nuevo Código del Trabajo para este siglo y para los retos de nuestra realidad. La construcción colectiva de las normas y reglas para afrontar las nuevas realidades es responsabilidad de quienes se expresan en la calle con gritos y consignas, pero también con propuestas pensadas en el bien común. Es cierto que el Código del Trabajo invoca a las mentes brillantes y a la participación ciudadana diversa, pero también es muy cierto que la imposición de un sector no puede ser la norma general. ¿Ya nos olvidamos de que Ecuador vivió décadas bajo un sistema de explotación y precarización del trabajo? Bienvenido el diálogo político sensato para avanzar en los cambios y no en los retrocesos, aunque suene paradójico. Los obreros ecuatorianos esperan solo sabiduría para tener un Código justo y eficaz.