La Constitución lo garantiza. Su artículo 16 reza que todas y todos tenemos derecho a una comunicación libre, intercultural, incluyente, diversa y participativa, en todos los ámbitos de la interacción social.
Paradójicamente, desde el pasado 3 de octubre, cuando se iniciaron las jornadas de violencia que hoy azotan a nuestro país, los reporteros se han convertido en objeto de todo tipo de agresiones y vulneraciones. Y hay que rechazarlo. Hay que hacerlo tajantemente.
“La labor de unos medios de comunicación libres constituye una de las bases esenciales de una sociedad democrática y, por lo tanto, puede contribuir a la protección de los civiles”, señala la Organización de las Naciones Unidas. El Consejo de Seguridad de la ONU urge a los países, vivan o no en una situación de conflicto, a garantizar la seguridad de los periodistas. La Unesco acota que un ambiente de medios de comunicación libres debe ser uno en el cual sus trabajadores pueden desempeñarse con seguridad.
Tanto el presidente Lenín Moreno como la ministra de Gobierno, María Paula Romo, se han disculpado públicamente en varias ocasiones por los abusos cometidos por las fuerzas del orden y han exhortado a que se respete el trabajo de los periodistas. Sin embargo, el saldo de las últimas jornadas es de 74 comunicadores agredidos.
Una de las imágenes más impactantes fue la de Freddy Paredes, de Teleamazonas, yaciendo en la calle, tras ser agredido con una piedra. Es inadmisible normalizar esas expresiones de violencia hacia quienes están en el lugar de los hechos trabajando: contar realidades apegados a los acontecimientos.
También es preciso insistir en que la labor periodística es clave para sostener y fortalecer una sociedad democrática. Por lo tanto, condenamos las agresiones suscitadas: ataques e intimidaciones. Ecuador se encuentra en el lugar 97, entre 180 países, en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras (RSF), publicada en 2019. Rechazamos todos los actos de violencia hacia la prensa, sin importar de dónde vengan. (O)