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El Telégrafo

¿Se cierra el último capítulo de la Guerra Fría en América?

12 de abril de 2015

Cierto optimismo nos puede confundir y hasta entusiasmar sin mayor beneficio de inventario. Pero también es verdad que todo aquello que contribuya al mejoramiento de las relaciones entre todas las naciones -mucho más si eso pone fin a una cadena de crímenes, sabotajes y bloqueos económicos- será bienvenido y digno de aplausos.

La Cumbre de las Américas que concluyó ayer en Panamá puso de manifiesto dos acontecimientos: el acercamiento real -físico y político- de EE.UU. con Cuba para acabar con 50 años de embargo comercial y económico; y, por otro lado, el reconocimiento efectivo del presidente Barack Obama de que ha llegado la hora de poner fin a la injerencia de su país en los asuntos de los demás en todo el continente.

Si esto se considera el fin de la Guerra Fría en América, como ya señalan algunos analistas, bien valdría también entender que para que eso sea real en nuestro convivir político hace falta dejar atrás algunas prácticas, no solo de EE.UU. sino de las derechas latinoamericanas que no han podido superar esa condición colonialista y depender todo el tiempo y en todos los aspectos de la vida de lo que señala, impone o diseña la mayor hegemonía militar del planeta y sus adláteres.    

Por eso bien valdría destacar que la mayor derrota recibida por la derecha latinoamericana (en especial la cubanoamericana) ocurrió en Panamá en esta Cumbre. Si los exmandatarios (entre ellos los dos ecuatorianos) que se juntaron bajo la batuta de José Aznar, esperaban tener alguna incidencia, la respuesta de los actuales líderes y presidentes de las 35 naciones les ha dejado sin piso ni respaldo político.      

Si esos exmandatarios, con el apoyo y protagonismo del aparato mediático liderado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), quieren seguir fomentando los fundamentos de la Guerra Fría, lanzando petardos a todo proceso emancipador y por fuera del modelo neoliberal, el estrechón de manos entre Barack Obama y Raúl Castro, así como el diálogo horizontal y de respeto entre todos los mandatarios, les dice con claridad que están en el pasado al que no quieren volver los pueblos, por más dificultades y problemas que atraviesen por culpa de la inequidad consagrada por esos mismos grupos de poder a los que representa la ultraderecha reunida en Panamá.      

Y si, por fin, terminó el capítulo de la Guerra Fría en América, entonces corresponde afrontar los retos de un cambio de época: más democracia, igualdad, soberanía,  autodeterminación y respeto para todos los pueblos del continente.

EE.UU., además, tiene una tarea histórica: contribuir a la paz efectiva de toda la región. Para eso hace falta que desaparezcan las bases militares y se fomenten tareas conjuntas para resolver y atender necesidades urgentes para acabar con la pobreza. Pero también dejar de amenazar a Venezuela. Si todo eso ocurriese, habría que pronosticar que la próxima Cumbre de las Américas se fije retos de mayor envergadura.  

“La Cumbre puso de manifiesto dos hechos: el acercamiento de EE.UU. con Cuba y el reconocimiento del presidente Obama de que llegó la hora de poner fin a la injerencia de su país...”.

EE.UU. tiene además una tarea histórica: contribuir a la paz efectiva de toda la región. Para eso hace falta que las bases militares desaparezcan y se fomenten tareas conjuntas para erradicar la pobreza.

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