Recientemente, en CNN, Xavier Bonilla -a propósito del atentado contra los caricaturistas de Charlie Hebdo- decía que los perpetradores debieron acudir a una instancia judicial para reclamar por sus derechos afectados. En otras palabras, reconocía la potestad y la legitimidad jurídica para demandar.
Ahora, cuando las organizaciones afro ponen una demanda, dice que se trata de acallar su voz. Al mismo tiempo, todo el aparato político y mediático de la derecha, sin criticidad alguna, se solidariza con Bonilla. Y en la práctica Agustín Delgado pasa a ser, bajo esa visión, victimario.
Siendo así, el tema es otro: la realidad no se reduce a un chiste o al sentido supuestamente lúdico de la caricatura, sino de toda una estructura ideológica y política que justifica la discriminación y el racismo, por más que ahora uno de los tres abogados de Bonilla sea un afroecuatoriano militante del MPD. Aquí no hay lugar a dudas: la víctima es Agustín Delgado y todo lo que él representa como afro y como un asambleísta del movimiento PAIS.