Luis Chiriboga, presidente de la Federación Ecuatoriana de Fútbol, debe responder a varias preguntas para que la ciudadanía obtenga una explicación sobre el fracaso de la selección ecuatoriana en la Copa América.
La primera: ¿Cuánta responsabilidad tiene él en esa bochornosa presentación? ¿Por qué no clasificamos al Mundial de Sudáfrica y seguimos ilusionando a la gente con ir con fe al próximo torneo planetario? ¿No fue él quien contrató al actual director técnico y también quien ha influido (por no decir, decidido) los jugadores que deben integrar el equipo?
Lo ocurrido en la Copa América es desastroso: de un nivel competitivo mundial pasamos a ser el último de Sudamérica. Y eso ocurre cuando más figuras internacionales tenemos, se exportan jugadores a todas partes y se gastan millones de dólares en promociones, pases y auspicios.
Chiriboga dirá que es una entidad privada y, por tanto, no le compete a nadie meterse en sus interioridades. Pero él habla y hace cuentas bajo el nombre del Ecuador, de todo un país. Con ello involucra valores y hasta negocios públicos y privados. Además, juega con la ilusión de la gente y la defrauda.
¿Nos podrá decir qué hace su hijo en la contratación de jugadores que luego aparecen en la nómina de los convocados y no son precisamente los que mejor juegan?
Si bien clasificamos a los mundiales de la Sub 17 y la Sub 20, ¿qué ocurre con la de mayores, que luce como si hubiésemos regresado a la época en la que perdíamos todos los partidos y nos decían que era por falta de apoyo?
Cuando él habla de recambio generacional, ¿estará dispuesto a pedir la renuncia a Reynaldo Rueda y dejar fuera a quienes se consideran estrellas sin jugar bien? La sabiduría popular dice que a grandes males grandes remedios. ¿Ha llegado la hora de que abandone la presidencia de la Federación Ecuatoriana de Fútbol y se dedique a sus negocios particulares?