Un exdiputado socialcristiano ahora funge de comentarista de la radio municipal de Quito y desde ahí lanza una andanada de agravios contra los periodistas de los medios públicos. Y por ello recibe aplausos de la oposición y silencio de la autoridad que paga su sueldo.

Igualmente, otros medios llamados ‘libres e independientes’ ahora no tienen empacho en hacer las mayores e intensivas relaciones públicas de las alcaldías de las dos más grandes ciudades del país: ocultan información, exaltan ciertas obras y silencian las denuncias (sin descontar esos titulares grandilocuentes que más suenan a alabanzas). Algo parecido ocurre con algunas radios guayaquileñas.

Si todos esos medios forman parte de un aparato mediático a favor de dos figuras políticas, ¿no deben llamarse oficialistas? ¿En su comportamiento profesional, ético y periodístico no hay una fractura a todo lo que han dicho de los medios públicos creados mediante ley de la República? ¿Qué legislación norma y regula a estos medios ‘municipalistas’, como cierto diario capitalino, cuyos expropietarios cedieron  sus acciones a una firma extranjera y ahora hace oposición sin frontera alguna? (O)