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El llamado a juicio para varias personas, entre ellas algunos policías, marca un hito en la historia judicial del país y es un gran paso en la defensa de los derechos humanos. Casi dos décadas tuvieron que pasar para que se hiciera justicia.
La impunidad del caso acarreó un drama doloroso para las familias de los desaparecidos y de los asesinados extrajudicialmente. Como ya se ha dicho: justicia que tarda no es justicia. Por eso el asunto golpeaba la conciencia nacional y parecía que se desvanecía en los trámites, supuestas pesquisas y falta de argumentos para su judicialización.
La Fiscalía General del Estado ha hecho un trabajo sentido y sensible, pero ante todo profesional y jurídico para llegar a este punto. Lo que ocurra, en justicia, será para cerrar esta herida en la conciencia del Ecuador. La lucha de las tres mujeres, las Dolores, ha dado paso a este nuevo momento para que no quede en la impunidad uno de los casos -quizá- más sonados, pero también muy mal tratado.