Un sector del empresariado nacional vive de la queja constante y no mira más allá de sus haberes y saldos. Se queja de todo y cuando mira hacia la competencia (¡tan abanderados del libre mercado!) solo la observa como un obstáculo.
Y más si esa ‘competencia’ viene del sector público. En un tono que raya en la intolerancia y en una arrogancia perversa, ha dicho que TAME y EL TELÉGRAFO son empresas con pérdidas. ¿Las pruebas? Solo miente y no revisa las cuentas.
Y de un modo grosero ha dicho que las empresas públicas no tienen razón de ser. Obvio, ante cierta incompetencia y esa incapacidad para entender el concepto de lo público (como sí lo entienden los empresarios honestos de Europa y de EE.UU.) preferirían que EL TELÉGRAFO sea el diario del banquero Aspiazu. Ahí sí todo estaría bien. Y que las aerolíneas sean de sus amigos.
Gracias a TAME y a este diario, por ejemplo, poblaciones desatendidas por la empresa privada (tan ‘lúcida y justa’ con todos) reciben servicios, información veraz y una visión distinta del negocio y la competencia.
Ubíquese, señor Arosemena, y no mienta. Sea responsable y ético, por favor. (O)