Publicidad

Ecuador, 05 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Madiba, el ‘terrorista’ que dignificó la política

08 de diciembre de 2013

A Nelson Mandela lo tacharon de todo: desde comunista hasta terrorista. Quisieron denigrarlo y con ello sus causas y rebeldías. Muchas de ellas están ahí esperando el surgimiento de otros Mandelas.

Ahora descansa en paz y si hay algún paraíso debe estar junto al Ché, Ho Chi Min, Hugo Chávez o Lenin. Su trabajo político sembró todas las fortalezas para cambiar la realidad. Y los frutos están a la vista: transformó muchas conciencias, convocó a millones de seres humanos a seguir su ejemplo y demasiados mandatarios se inclinaron ante su autoridad ética y política.

Su nombre constaba en la lista de terroristas hasta el 2008.

Pudo, tras ese holocausto nazi, reivindicar la igualdad de lo hombres con esa mirada tierna y una dulce sonrisa inigualable. Jamás aceptó la superioridad de ninguna raza y dio a los negros mucha más dignidad de la que algunos pidieron ante tanta infamia y esclavitud.

Por eso dijo, sin rabia ni rencor: “La paz no es simplemente la ausencia de conflicto; la paz es la creación de un entorno en el que todos podamos prosperar, independientemente de raza, color, credo, religión, sexo, clase, casta o cualquier otra característica social que nos distinga. (…) ¿Por qué dejar que se conviertan en causa de división y de violencia? Estaríamos degradando nuestra humanidad común si permitimos que eso ocurra”.

Su sabiduría la forjó desde el dolor, la cárcel y las adversidades. Ni los 27 años en la cárcel hicieron de él un hombre de venganzas o vendettas. Simplemente conoció ese lado perverso del hombre. No olvidemos que gobiernos como el de EE.UU. o la señora Thatcher lo juzgaron y de un modo u otro lo persiguieron. Tampoco es bueno olvidar que las guerras africanas quebraron por décadas las posibilidades de bienestar de sus pueblos. Y gracias al trabajo político sensato y honesto de Mandela ahora la tendencia cambia, pero no borra los millones de hombres, mujeres y niños muertos por la codicia de esas potencias insaciables.

Nelson Mandela no necesita homenajes ni celebraciones para hacer bulla. Quizá nos exige el más sentido recogimiento para pensarlo como una semilla potente y luminosa.

Cada día sin él debe ser una búsqueda de sus más íntimas convicciones y desafíos. Que no hagan de él ni un ícono comercial y mucho menos un monumento vacío. Sudáfrica tiene a Madiba como el padre eterno de la patria. El resto del mundo sostendremos su espíritu como una inyección poderosa de ternura, pujanza, convicción y respeto para la transformación definitiva a favor de la justicia.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media