No son lejanos los días cuando los líderes socialcristianos y democratacristianos pujaban eufóricos para crear fondos privados de seguridad social y que fuesen reconocidos constitucionalmente. ¿No fue eso lo que quisieron Osvaldo Hurtado y Jaime Nebot en la Constituyente de Sangolquí en 1998, y que les costó a los dos la salida de algunos de sus asambleístas? De esos tiempos para acá han ocurrido varias luchas y defensas legítimas del sistema ecuatoriano de seguridad social, y con ello -obviamente-, la defensa de los derechos de los afiliados.
Y, con todo eso, también los gobiernos de la llamada partidocracia no priorizaron el pago de las deudas con el IESS y mucho menos dieron el apoyo político e institucional para fortalecerlo. Por eso llama la atención que sean esos mismos actores políticos los que ahora (a causa de una evaluación real de su situación financiera) salgan a defender al IESS en su formato institucional y económico. La seguridad social del Ecuador debe ser sostenida, potenciada y mejorada todo el tiempo, pero jamás privatizada.