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Estos días hay trabajo intenso en muchos municipios. Todos asumen las competencias, en particular la de tránsito, con todo el peso político y público que ello implica. Lo hacen sin pataleo alguno y menos con argucias legales.
Sin embargo, todos tienen en la mira un asunto que tampoco se ha discutido a fondo y que los gremios de los choferes asumen con frontalidad: mejorar la calidad del servicio a plenitud, sin remilgos ni con insensateces. Si los municipios asumen la competencia del tránsito y se convierten en rectores de las políticas para este sector, debe haber -sin ninguna duda- un control riguroso de la calidad del servicio.
Más allá de la fijación de nuevas tarifas, con los correspondientes derechos para determinados sectores, los gremios y los municipios tienen la obligación de demostrar a sus habitantes cómo va a cambiar este servicio. ¿Quizá por eso hay un alcalde que pone pretextos de todo tipo para no hacerse cargo de un tema que beneficia a los usuarios?
Ese es el quid de cierta ‘disputa’.