El economista Alberto Dahik le dijo a este diario, el pasado 10 de noviembre, que la sociedad ecuatoriana y los empresarios han sido adictos a tres grandes cosas: “las clases populares a subsidios, la clase media a un crédito abundante y los empresarios a unas utilidades fáciles”.
Y también que en el gobierno de Rafael Correa “los empresarios ganaron dinero y no se preocuparon de la productividad”. De hecho, ahora que la situación del país, por los factores económicos externos ya conocidos, afronta dificultades, parecería que los empresarios optan por lo más fácil: botar trabajadores.
¿Cuando hubo bonanza -de la que se quejan sin rubor- subieron los sueldos y salarios a los niveles internacionales? ¿Crearon las condiciones de prevención y ahorro que ahora le demandan solo al Gobierno? ¿Hicieron las inversiones necesarias para no depender de la tecnología y del capital foráneo?
Ahora solo se oyen quejas sobre la difícil situación económica, pero no se escucha al empresariado patriótico salir a decir que durante casi diez años tuvieron las mejores condiciones para mejorar la calidad de vida de todo el país. (O)