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El Sínodo de los Obispos (una reunión de 200 arzobispos y cardenales) ha reflexionado sobre lo que la Iglesia católica debe hacer y pensar sobre la comunidad gay del mundo. En un documento de nueve páginas, bajo el título ‘Retatio Post Disceptationem’, los sacerdotes señalan y reconocen que los homosexuales “tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana” y, por lo tanto, la Iglesia debería desafiarse a sí misma para encontrar “un espacio fraternal” para ellos sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio. ¿De esta manera la entidad deja atrás toda una historia de condenas y sanciones morales a quienes optaron por otra forma de relacionamiento sexual? No, solo es el reconocimiento y aceptación de que los católicos homosexuales han hecho un aporte importante a la humanidad, pero la Iglesia no ha sido capaz de acogerlos.
El debate está abierto y sugiere abrir más espacios para que este tema no caiga en prejuicios ni estigmas.