Si algún rédito social, a largo plazo, tiene la gestión de un gobierno democrático es poner a la ciudadanía a discutir y reflexionar sobre los problemas y soluciones de fondo de su país. Y si a eso se suma esa ciudadanía y participa de las soluciones, estamos hablando de otra época.
En los últimos meses nos hemos “dedicado” y “empecinado” en abordar los temas de la justicia, la comunicación, las libertades y las garantías. Y ahora, con la propuesta del presidente Rafael Correa estamos “concentrados” en los “impuestos verdes”, la nueva reforma tributaria y la eliminación de subsidios.
Para algunos sería más “provechoso” y menos “fastidioso” seguir bajo la lógica y manipulación de la “mano invisible del mercado” para que el Ecuador se conduzca sin grandes contradicciones ni complejidades. En esa lógica, nos deberíamos opíparamente ocupar de la farándula, los problemas de los equipos de fútbol y, a lo mucho, alguna que otra tragedia o accidente de tránsito.
Y si a eso se suma que cierta prensa quiere imponer su agenda política, con titulares como el de ayer de Diario El Universo, señalando a la clase media como la “única víctima” de la reforma tributaria, entonces hay que meditar desde qué argumentos se hace el día a día de esta nación. Ante todo, no se puede falsear la realidad desde la percepción prejuiciada. Y también: si el debate es sobre cifras y responsabilidades públicas, colectivas y sociales, ese mismo diario y el resto de la prensa deberían aportar con los datos que llevan a tomar decisiones responsables a un Gobierno que ha priorizado el bien común.
Es cierto: al Ejecutivo le ha faltado mayor creatividad para socializar estas propuestas y con ello generar una concienciación ciudadana con argumentos y referentes. Ahí hay un reto que pasa también por ir, tema por tema, absolviendo las dudas e incorporando los puntos de vista de especialistas para ganar en ciudadanía y cogestión pública. Y con ello ganar mayor autoridad sobre los medios que pierden cada día credibilidad.