Según los sondeos de firmas especializadas, para los ecuatorianos, lo más lamentable de 2014 fueron los accidentes de tránsito. No vamos a redundar en las cifras porque sería reducir a eso un tema que contiene complejidades y sensibilidades de otra naturaleza. Pero sí es cierto que esas imágenes de cuerpos desparramados, autos destrozados y los rostros de dolor inconmensurable de parientes y amigos no se borran fácilmente. Por lo mismo, hay que trabajar con mucho énfasis y responsabilidad, sobre todo en la educación y pedagogía ciudadana general.
Si bien el Estado tiene tareas concretas sobre esto, no puede estar detrás de cada auto o con un policía en cada esquina para controlar la velocidad o el estado etílico de los conductores. Y sí, las cooperativas de transporte masivo deben hacer un doble trabajo: control y supervisión, pero también un proceso de formación de excelencia con sus choferes. Ojalá 2015 constituya la constatación de estos propósitos para que las vidas y la seguridad vial sean una prioridad.