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Han pasado ya dos años desde que Ecuador otorgó asilo, por razones humanitarias, a Julian Assange. Y la comunidad mundial sensata, humana y respetuosa de los derechos universales aplaudió y valora todavía la determinación de nuestro país, por ello las razones que llevaron a esa medida tienen plena vigencia. Ahora, tras todo ese tiempo, Assange ha dado más valor a su opción y lo hace desde la legítima defensa de sus derechos y garantías. Nadie duda que para él se ha destinado un conjunto de acciones políticas y jurídicas con el único afán de anularlo políticamente. La razón: denunció al mundo (y por ello pasará a la historia) un complejo sistema de espionaje a ciudadanos, pero además desnudó a algunos medios de comunicación en ciertas complicidades políticas con respecto a una hegemonía mundial.
Y si hubiese justicia, las autoridades suecas ya habrían abordado el tema de su asilo para entender que más importante es procesar legalmente que condenarlo.