Es una realidad. Ecuador está atrasado en la incorporación de la mujer en el mercado laboral, así dice un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID): Participación Laboral Femenina, que ubica a este país en el último lugar de toda Sudamérica. De las mujeres en edad productiva (25‐64 años), solo el 65,6% de ese grupo tiene participación en el mercado laboral y además, solo el 29,8% de ellas tiene un empleo adecuado (BID, 2019).
Eso dice el estudio Género en los cargos directivos de las empresas ecuatorianas 2013-2018, que presentó la Superintendencia de Compañías hace unos días.
El informe muestra el panorama del rol de las mujeres como CEO de las empresas privadas formales del Ecuador. Según la empresa de Investigación de Mercados Ipsos (2018), que hizo una evaluación a 500 empresas grandes y medianas, en Ecuador solo una de cada 10 CEOs es mujer y solo el 26% de integrantes de directorios es mujer. Esto significa que hay una gran brecha de participación de las féminas en cargos gerenciales.
¿Cuál son las razones? Estereotipos caducos, sesgo de género y discriminación. Veamos unas cifras que explican esas razones: el 65% de las empresas más grandes de Ecuador no tiene políticas específicas de participación de mujeres en directorios y cargos gerenciales, este dato se acentúa más en empresas familiares; el 8% de las empresas en el país no tiene mujeres en niveles gerenciales. Apenas el 26% del total de gerentes es mujer, la tendencia más común es encontrar dos gerentes mujeres por empresa; y de las gerencias generales el 90% la ocupan los hombres y el resto las mujeres.
Los estudios demuestran que las mujeres aportan nuevas perspectivas a las decisiones como la diversidad genera mejor comunicación, dispara la creatividad y promueve analizar otros puntos de vista.
Sin embargo, en este país se pasa por alto esas consideraciones y para aumentar el número de mujeres al frente de las empresas, este informe recomienda incentivos como disminuir impuestos o financiamientos, así como políticas de corresponsabilidad social y parental, entre otros. ¿Hasta cuándo esperamos por la igualdad?