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No es casual, tampoco extraño, porque hace varias semanas hay una sostenida campaña de difamación, ofensas, injurias y agresiones a los periodistas de los medios públicos. Que ahora EL TELÉGRAFO haya sufrido un atentado solo se explica por esa sostenida campaña contra lo que hacemos responsable y éticamente. Basta leer lo que ponen en sus cuentas personales esos actores políticos y mediáticos. Habrá que revisar de qué modo ofenden nuestra dignidad y prestigio institucional, para entender quiénes siembran odio para fomentar violencia irracional. Claro, como no somos parte del aparato mediático conservador, todas las denuncias hechas contra periodistas de los medios públicos quedan fuera de la atención de aquellas organizaciones y supuestos gremios que cuando ocurre algo con un privado crean escándalos internacionales. Nosotros seguiremos fomentando periodismo ético a favor de una democracia plena, en paz y con la garantía para el ejercicio real de los derechos de todos los ciudadanos. Si pretenden amedrentarnos, solo tendrán como respuesta nuestro trabajo ético. (O)