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Hemos visto a algunos actores políticos colocarse en el exhibicionismo mediático de un modo perverso: usan la denuncia, supuestamente la sustentan y luego callan. ¿Lo hacen por el afán de colocarse en la escena mediática, ganar votos, lavar su imagen o por una absoluta responsabilidad pública? Nadie duda del derecho y hasta de la obligación de combatir la corrupción y si se realiza con todos los argumentos, documentos, tesis y verdades, la contribución a la salud pública es enorme.
Sin embargo, es cierto también que en el afán de exhibicionismo político algunos ciudadanos están usando la denuncia con fines estrictamente proselitistas y hasta de orden personal. No son los partidos ni las organizaciones sociales quienes sustentan esa lucha.
A veces, además, piensan que todo está mal, que no hay transparencia y lo mínimo que encuentran les parece lo absoluto, lo que explica el todo, e intentan a partir de eso escandalizar al país.
Si la verdad es una herramienta política de combate, que sea con todo el rigor, pero la mentira nunca ayuda ni es saludable. (O)