Publicidad
El discurso del nuevo monarca español deja en claro algo: afronta un reto enorme, complejo, políticamente complicado. Mencionó pocas veces la palabra democracia; enfatizó en la necesidad de una “conducta íntegra, honesta y transparente”; habló de renovación; llamó a la unidad: “En la España unida y diversa cabemos todos”; y finalizó con una despedida en todos los idiomas hablados en su patria. Sin embargo, ni en el discurso ni en la realidad de su reinado aparecen vientos a su favor.
La verdad: hay corrientes autonómicas y llamados a la Tercera República. Y frente a todo eso no hay un solo signo de transformación. Por lo mismo, el debate político irá en esas dos direcciones y el nuevo rey tendrá que tomar postura tarde o temprano.
Si no lo hace, sostendrá una ‘papa caliente’ que, junto a la crisis económica y las próximas elecciones municipales, podría estimular mayores tensiones. Todo aquello sin descontar la grave acusación de corrupción que pesa en parte de su familia más cercana.