En algunos trabajos y estudios se señala la enorme irresponsabilidad de las élites empresariales nacionales en el devenir de una estructura y modelo productivo para un desarrollo interno de nuestra economía. Incluso, hay gran parte de culpa porque por décadas sostuvieron (y de paso definieron las políticas públicas) el modelo agroexportador y luego, con la llegada del petróleo, fijaron en ese producto sus grandes planes.

Ahora, con la caída de los precios del crudo es una buena oportunidad también para que los grandes empresarios locales, los exportadores y las cámaras piensen en revolucionar ese modelo desde sus iniciativas y bajo un acuerdo nacional para desarrollar nuestra industria y forjar procesos reales de crecimiento económico desde nuestra propia estructura productiva.

Nadie niega que hay esfuerzos -no muchos en realidad-, pero si hubiese una predisposición enfática y planificada, otro sería el cantar del país cuando ocurren estos problemas de baja de precios, de modo coyuntural, pero de alto impacto.