Millones de trabajadores alrededor del planeta están listos para salir mañana a las calles a marchar, no solo por la conmemoración de su día clásico sino, además, para insistir en la reivindicación de derechos muchas veces conculcados o para defender conquistas logradas a través de la historia.
En los últimos años, las crisis financieras propagadas como pandemia en todas las latitudes del globo han cobrado miles de puestos de trabajo en decenas de naciones.
Aún sigue fresca la imagen de las protestas en Estados Unidos por la burbuja inmobiliaria que quebró la economía del país del norte. Situación similar y hasta peor se replicó en la Unión Europea, todavía hay naciones en esa parte del mundo que no logran recuperar sus economías y -como siempre- los más afectados son los trabajadores.
Pese a estos escenarios poco alentadores, es reconfortante ver que nuestro país avanza en esa lucha por acabar con décadas de injusticias vividas en los sectores laborales.
Ejemplos específicos los encontramos con los maestros, beneficiados con alzas salariales y capacitación profesional.
La nueva Ley de Educación Intercultural ofrece un nuevo escalafón que determina el sueldo de un profesor principiante en $ 600. Igualmente sucede con las trabajadoras del hogar. Ellas han visto enaltecer su labor, además de recibir salarios dignos y contar con afiliación a la seguridad social.
Sin embargo, no será extraño que, durante las marchas de mañana, aparezcan grupos opuestos a las tesis del Gobierno Nacional. En cierta forma, esta actitud es comprensible, si consideramos que una de las más grandes batallas de la actual administración ha sido acabar con los “sindicatos dorados” que por años han abusado del sector público.
Además, a pocos días de la consulta popular, la oposición no dejará pasar la oportunidad para hacer campaña por sus tesis, y lo hará utilizando, otra vez, a la clase trabajadora.