Aunque parezca extraño, ahora la modestia y la austeridad reciben más aplausos, reconocimientos y respeto. Y los muy famosos y grandes millonarios no son precisamente los que mejor respeto tienen. Un ‘Pepe’ Mujica es popular por vivir con lo necesario, usar un auto ‘viejo’ y vestir del modo más auténtico.
Lo mismo debería ocurrir en estos días de celebración. No se trata de no gastar, pero tampoco hacer de ello lo fundamental. El amor y la fraternidad jamás serán superados con el dinero y las mercancías. En esencia, una celebración navideña es un encuentro con la familia y los amigos, una confluencia de sentimientos y de valores a favor de la solidaridad.
El consumismo aniquila cualquier virtud. Tampoco la beneficencia exhibicionista es una expresión del espíritu navideño que -se supone- pervive en las familias cristianas de todo el mundo. Hoy nos debe unir ese afán de diálogo, encuentro y reconciliación. Pero no está demás también propender a que los festejos sea pletóricos de paz.