Ya quedan pocos diferendos limítrofes internos en nuestro país. Con el resultado del domingo pasado, La Manga del Cura ya es -por decisión soberana de sus habitantes- parte de la provincia de Manabí. Y con este acontecimiento hay un valor que destacar: la democracia ecuatoriana adquiere mejor identidad, peso específico en la vida cotidiana de sus ciudadanos y resuelve por las vías pacíficas esas diferencias que parecían eternas.
Al mismo tiempo revela esa conducta política y democrática de quienes asumen una postura u otra, sin llegar a la violencia, al escarnio público o al escándalo, como sí parece que desean otros actores políticos, a veces, por temas insustanciales. Los resultados -además- confirman que los mecanismos, procesos e instituciones de la democracia suman una mejor experiencia y garantizan confianza en la gente.
Ahora le toca a Manabí y a La Manga del Cura un trabajo común, armónico y sostenido para garantizar a sus pobladores mejor calidad de vida. Y a quienes perdieron en esta contienda, la madurez democrática para aunar esfuerzos y aprendizajes. (O)