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El Telégrafo

La lección política e histórica del Muro de Berlín

09 de noviembre de 2014

Hoy se cumplen 25 años de la caída del Muro, un hecho sin precedentes y al mismo tiempo un anhelo de larga data. Aquellos que propalaban su ocaso imaginaban, incluso, que serían los mismos dirigentes comunistas quienes derribarían esa muralla que simbolizaba muchas cosas y que ya generaba escozor entre sus propios partidarios. Ninguna explicación justificaba, antes ni ahora, la separación y división de los alemanes bajo el emblema del Muro.    

Históricamente hay que entender por qué se hizo y hasta dónde tuvo sentido en la lógica de la posguerra su construcción, pero jamás justificarla. Las consecuencias aún se palpan y sus efectos políticos han sido explotados por los capitalistas hasta con cierta tendencia morbosa.   

En la otra orilla están los muros erigidos en Israel o en la frontera mexicana, esos que no son motivo de debates ni mucho menos de controversia política y mediática. Estos parecen normales, necesarios, justificables... Pero no es así: ningún muro puede separar familias, sociedades, etnias, comunidades ni culturas.

Volviendo al Muro que nos concita, tras 25 años de la reunificación alemana, con todo el peso de lo ocurrido en la vida de sus habitantes, de los cambios experimentados y de los nuevos procesos sociales y culturales, aquella muralla retrata cómo ese proyecto político no valoró ni midió el sustrato de las naciones, de los pueblos y de sus más sensibles sentimientos al tomar medidas a espaldas del pueblo. Y quizá todavía no se obtenga un dato del verdadero impacto que tuvo en la esencia misma de dicho proyecto.

Si bien la Guerra Fría fue un hecho desatado por dos grandes potencias con el afán de favorecer intereses concretos, hay una duda que da vueltas a los historiadores más conspicuos: ¿cuánto peso tuvo en la edificación del Muro el rol político y militar de aquellos aparatos ideológicos conservadores del campo capitalista y la soterrada defensa de un proceso con tintes libertarios y revolucionarios del lado socialista?

Se ha dicho de todo sobre el Muro de Berlín, pero a la distancia de los años de su derribamiento y con la existencia de nuevas generaciones que no vivieron ese drama, los alemanes tienen por delante el reto de una verdadera reunificación alrededor de otros paradigmas y necesidades históricas que se debaten sin considerar ya ese pasado de división y violencia.

A los 25 años de ese acontecimiento hay lecciones históricas para el resto del mundo y todas pasan por pensar sociedades más solidarias y tolerantes con los diferentes, para abrigar a las minorías y a los desplazados, sin excluir a quienes buscan mejores días. Si contempláramos estas premisas, los actuales muros no existirían, ni aquellos que detienen la migración ni esos que se construyen en territorio expoliado para proteger ocupaciones de facto.     

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