La declaración de Barack Obama es intimidatoria, desafiante y fuera de tono para con un país soberano, el cual afronta con responsabilidad sus dificultades internas. Al señalar a Venezuela como una amenaza a la seguridad nacional y a la política exterior de Estados Unidos, coloca el tema en un desafío casi como el que hizo con Cuba hace más de 50 años.
Y en esa línea, evidentemente, abre un escenario para aventurar cualquier tipo de acción, como a las que nos tiene acostumbrados en los últimos años en cualquier parte del mundo. ¿Podemos exagerar si mañana se plantea la intervención militar? ¿Es una locura sospechar por lo menos que le da todas las herramientas a la oposición para una acción que genere un ambiente de desestabilización y caos?
Si todo lo que ha ocurrido desde hace más de un año es parte de una bien montada estrategia, la declaración de ayer desde Washington solo revela ese libreto armado desde aquellos sectores que no se conforman con que un país se gobierne soberanamente.