Hace ocho días el pueblo ecuatoriano se expresó en el mecanismo directo de la democracia. Y los resultados dan lugar a una serie de interpretaciones que pasan desde los datos cuantitativos hasta las explicaciones políticas para entender esa expresión electoral.
Lo más importante viene ahora, en estas próximas semanas: los ganadores deberán explicar hasta dónde las ofertas son verdaderas propuestas para resolver los problemas criticados y la secuencia y seguimiento a las supuestas gestiones desarrolladas por los reelectos.
De paso no se puede dejar de condenar esas expresiones violentas de unos actores que no pudieron contener sus reclamos y los trasladaron a las calles. Y a pesar de ello hay una madurez en la participación electoral, que no solo se evidencia en la tranquilidad con la que ocurrieron los comicios sino en el fortalecimiento de una institucionalidad, que será mucho mejor cuando la tecnología ayude en todas sus posibilidades.
Entonces, ahora tenemos unos datos que dan lugar a estudios e investigaciones para entender hasta dónde fue justa esa decisión de la Constituyente de separar las elecciones de carácter nacional con las locales. Nadie puede asegurar que las unas benefician a unos actores y las segundas a otros. Se ha demostrado cuánto pesan los asuntos territoriales en el comportamiento electoral. Por eso las organizaciones también han recibido una lección: no todos sus candidatos están preparados para participar para alcalde, concejal o prefecto y también para asambleísta o para la Presidencia de la República. Incluso se pudo constatar qué organización sí presenta planes tras debates y reflexiones internas y cuáles solo hacen copias de algunos documentos y reproducciones de ‘papers’ de ciertas ONG.
Y, finalmente, está en las cifras otro reconocimiento hecho por la población: la tendencia hacia la izquierda se consolida en la mayoría de circunscripciones. Eso lanza un mensaje: el cambio de época debe seguir con una profundización de la democracia, en todas sus dinámicas, instituciones y procesos.
La jornada del domingo pasado demanda, por tanto, muchas más explicaciones para entender desde dónde estamos partiendo para ese futuro que ahora se construirá con las nuevas autoridades, planes y programas que se pondrán en marcha desde mayo próximo. Si es una lección democrática, que también sea un aprendizaje de las mejoras que deben hacerse en todas las instancias de participación de la ciudadanía para mejorar la calidad de vida.