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El Telégrafo

La CIA y sus métodos muy ‘humanitarios’ para interrogar

14 de diciembre de 2014

Paradójica y casualmente esta semana se inauguró el mural ‘Grito de la Memoria’, obra de Pavel Égüez, en el edificio de la Fiscalía General del Estado. Y en esta misma semana se conoció el informe sobre el proceder de la CIA con 119 detenidos, de los cuales casi la mitad han sido reconocidos como inocentes.

Pero también esta semana llegaron a Montevideo, Uruguay, los prisioneros que estuvieron en las mazmorras de Guantánamo durante 12 años y ahora no solo que gozan de libertad sino también del aprecio, la atención y la hospitalidad de los uruguayos.

El mural ecuatoriano, en la mejor tradición del muralismo latinoamericano, denuncia esos delitos de lesa humanidad cometidos por diversos regímenes y personalidades. Constituye un modo de reflexión sobre nuestra historia contemporánea, pero al mismo tiempo dialoga con lo denunciado por una comisión del Congreso estadounidense, a propósito del sistemático proceder con los supuestos terroristas del resto del mundo.

¿Le faltó a Égüez incluir en ese mural el rostro de George W. Bush? ¿De haberlo hecho, tras las revelaciones que ese mandatario estadounidense aprobó y autorizó esa clase de temerarias y sanguinarias torturas, podría alguien cuestionar la inclusión de su rostro como un acto de sectarismo y de odio?

Y a la vez que se denuncia ese macabro proceder, en Uruguay los prisioneros de Guantánamo reciben tratamiento sicológico, el afecto de los ciudadanos, un espacio de libertad y de respeto a sus derechos humanos, como no lo tuvieron para nada en estos últimos 12 años.

¿Qué nos dicen estos tres hechos? ¿Por dónde reflexionar para entender que el mundo no se reduce a los egos y vanidades de unos políticos que ven en la tortura y la violación de los derechos humanos una forma de hacer política? ¿Hasta dónde la CIA y sus alumnos bien formados en otros muchos países están convencidos de que los ‘enemigos’ son objetos a las que hay que tratar como basura y hasta desaparecer, si es el caso? Los murales de Oswaldo Guayasamín en la Asamblea Nacional y el de Pavel Égüez ahora en la Fiscalía General retratan un reclamo histórico y una defensa soberana de que no puede haber perdón y olvido para todos aquellos mandatarios y oficiales que se sirvieron de su poder para aplacar las voces de rebeldía de muchos.

Por cierto, si EE.UU. y la CIA consideran que hubo delitos y que los criminales merecen castigo por acciones comprobadas, usen la ley, en su territorio, bajo la moral de sus normas, para hacer justicia, pero no la ejerzan para encubrir atroces crímenes.

Habrá que esperar a que la comunidad internacional se pronuncie ante estos delitos, tal como el Gobierno estadounidense lo hace con otras naciones por violaciones menores.

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