Más allá de las circunstancialidades políticas de ahora, el movimiento obrero ecuatoriano siempre planteó la necesidad de una central única de trabajadores para gestar y desarrollar una plataforma de lucha, conquistas y políticas públicas para ese enorme sector laboral que siempre estuvo en desventaja con el de los empresarios.
Y como se trataba de un anhelo muy bien sustentado en diversas variables (económicas, legales y laborales por supuesto) ahora la creación de esa instancia gremial bien podría abrir otro escenario para imaginar y discutir todo lo que hace falta para que se produzca una verdadera y profunda revolución laboral.
El trabajo no solo es una actividad que genera riqueza y rentabilidad económica: es la esencia del devenir humano en su relación con la naturaleza y la misma supervivencia como especie. Por ello, la dirigencia sindical tradicional debería ir más allá de sus legítimas demandas particulares para arribar a eficaces salidas a difíciles temas, como la relación capital-trabajo.