Todos los municipios involucrados en las tareas de prevención ante una posible explosión del volcán Cotopaxi tienen deudas pendientes con sus pobladores y con sus instituciones. Al conocer las zonas de riesgo se ha comprobado la irresponsabilidad de la mayoría de ellos que permitieron la construcción allí, no solo de viviendas sino también de infraestructura de servicios. En otras palabras, si ocurre la explosión, eso desaparecería o, por lo menos, se destruiría. Esta es una gran oportunidad para revisar ese modo de entender el desarrollo urbano, por encima de los intereses inmobiliarios y de los grupos económicos que han hecho fortuna. Bien vale también pensar en otro diseño para el desarrollo de las urbes en esas zonas que, sin afectar su realidad actual, permita un proceso de prevención, alertas y otro tipo de construcciones. La planificación hay que imaginarla y ejecutarla alrededor de estas -no contingencias, como algunos piensan- realidades con las cuales conviviremos por siempre. Si no, sería pensar solo en la ganancia de unos pocos a costa de la vida de la gente. (O)