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No hay justificación legal ni humana para sostener un proceso en las condiciones que imponen las justicias sueca y británica a Julian Assange para no recibir su declaración en la embajada ecuatoriana por más de tres años. Dirán lo que sea, pero en otros casos -alguno mucho más complejo que el del activista y periodista australiano- el asunto se ha resuelto con un principio legal básico y universal: el In dubio pro reo. Con esta concepción en caso de duda se debe legislar siempre a favor del imputado o el acusado (reo). Siendo esta locución un pilar del Derecho Penal moderno, existen, por donde se vea, las condiciones y las exigencias éticas para que Assange sea liberado y pueda ejercer sus derechos y al mismo tiempo disfrutar de su condición política, que le es negada por quienes apelan a una juridicidad insolvente. Más allá de si es un símbolo de la nueva rebeldía ante una hegemonía militar y ahora cibernética que viola la privacidad, Assange debe recibir justicia y ser liberado ya. (O)