El país aún está estremecido por las imágenes de la violenta colisión de dos autobuses de la cooperativa interprovincial Coactur, que hasta el momento ha dejado trece muertos confirmados y decenas de heridos.
Las vías del país están teñidas de sangre por la impericia de los supuestos profesionales, para quienes la vida de los pasajeros, incluida la suya, no tiene importancia. Si las fotos y vídeos de los autobuses convertidos por el impacto en un objeto amorfo nos tienen impactados, más doloroso e indignante es el llamado a huelga general del presidente de la Federación Nacional de Choferes, Ricardo Onofre, para el próximo 25 de abril.
La medida, según el dirigente, se debe a la “rigurosidad” de las reformas a la Ley de Tránsito, que hace pocos días fue publicada en el Registro Oficial, puesto que en el articulado se sanciona hasta con cárcel a los conductores que viajen a exceso de velocidad y, en el caso de los autobuses, utilicen llantas lisas.
El titular de los agremiados, en tono irónico se ha permitido recomendar que si el Gobierno quiere que las unidades tengan neumáticos en buen estado, tendrá que darles el dinero o revisar las tarifas de los pasajes.
El cinismo del dirigente revela que sus bolsillos son más importantes que la vida de los seres humanos, y es insultante para las familias de los fallecidos que este anuncio se haya hecho a las pocas horas del trágico accidente.
Las autoridades de la Comisión Nacional de Tránsito, Transporte Terrestre y Seguridad Vial deberán reforzar las medidas de control para que las reformas sean cumplidas rigurosamente por todos los conductores del país para, de esta manera, poner en el lugar que se merecen, sobre todo, a los “profesionales del volante”. Es tiempo, además, de que la ciudadanía, en coordinación con las autoridades competentes, denuncie los abusos de los conductores, quienes por su irresponsabilidad han destruido a decenas de familias ecuatorianas.