El tiempo es sabio y explica mejor las hechos. Y lo ocurrido este último jueves solo será entendido por la historia para saber qué mismo quieren las fuerzas opositoras del país para la mayoría de los ciudadanos, y no para sus negocios particulares o sus corporaciones. Pidieron de todos los modos un diálogo. De hecho, los empresarios tuvieron el suyo. El Alcalde de Quito ha tenido varias ocasiones para hablar con el Gobierno.
Y ahora se toman las calles para expresar (en el marco de la democracia que dicen que no existe) su rechazo a unas leyes que no se tramitan ni se han expedido como dicen esos actores políticos. Y en medio de ello hay fuerzas ocultas que trabajan todo el tiempo, en plena articulación, con los dirigentes que promueven marchas y motivan acciones violentas.
¿Quieren efectivamente vivir en democracia y usar las herramientas constitucionales para zanjar diferencias y demandas? ¿O por el contrario ‘calientan las calles’ para gestar un proceso violento e irresponsable de desestabilización, sabedores del costo político y humano que ello conlleva para la democracia? (O)