América Latina recuerda hoy dos fechas de gran connotación histórica. Ecuador conmemora el aniversario del asesinato de Eloy Alfaro (1912) y Cuba celebra el natalicio de su héroe nacional José Martí (1853).
Ambas figuras forjadoras de nuestra América tuvieron una relación fraternal en tiempos en que buscaban los nuevos caminos para sus pueblos envueltos en momentos históricos diferentes, Ecuador tratando de consolidar su independencia por el camino de la vida republicana y Cuba en busca de su definitiva emancipación del colonialismo español.
Pero la perdurabilidad de ambos próceres no debemos buscarla solo en su labor política —como han tratado de hacer algunos partidos en provecho de sus ideologías—, sino en sus enseñanzas, devenidas en verdaderos códigos éticos y morales que debemos recordar en tiempos donde, lamentablemente, la corrupción, el odio y la violencia se han entronizado.
En sus respectivos idearios hallamos frases que podemos aplicar a nuestros tiempos: “Donde impera la desmoralización y el robo es imposible la República”, sentenció Alfaro, lo cual ratificó cuando dijo: “Los hombres indiferentes a la desventura de la nación, aunque sean privadamente laboriosos, son auxiliares inconscientes de la corrupción y desgracia de los pueblos”.
En consonancia, José Martí en su constante preocupación por fundar una patria “con todos y para el bien de todos”, ratificaba que “solo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio”.
El odio y la violencia que terminaron con la vida de Eloy Alfaro no han sido extirpados de nuestra sociedad y el mundo. Sobre estos males Martí advertía que “una venganza es siempre una infelicidad y que “la conciliación es la ventura de los pueblos”.
La lucha por la libertad y la justicia que ambas figuras protagonizaron demuestran el alcance de la extraterritorialidad de sus pensamientos y el hermanamiento por el sueño de una América Latina digna. (O)