O hay una confusión o simplemente la única demanda real, posible y hasta evidente es pedir la salida del Presidente de la República. No se entiende de otro modo una diversidad aparente de reclamos, de visiones sobre los mismos y una nula plataforma asentada en lo posible, en lo constitucional y en lo democrático.
La marcha del pasado jueves, más allá del legítimo derecho de protestar, está revelando una carga muy pesada de odios antes que de tesis y/o propuestas para mejorar la calidad de vida de los mismos marchantes. Es muy sintomático, además, el intento inusitado de desmarcarse de cada uno de los actores de su contrario -al parecer- ideológico.
Los sindicalistas insistiendo que no marchan con los banqueros; los de las cámaras sin recelo diciendo que el país se empobrece y, entre líneas, espantando al sindicalismo desde sus tribunas; y los indígenas desmarcándose de algún empresario y banquero mientras uno de sus líderes negocia acuerdos para las próximas elecciones. ¿Eso es unidad política?