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Uno de los mayores errores políticos y militares de EE.UU. es ir donde no le corresponde a ‘resolver’ problemas internos o bilaterales. Autoasumido como la única potencia hegemónica universal, con todas las implicaciones que eso conlleva, no logra sus objetivos sin un alto costo humano, militar y económico.
Todo ello sin ignorar que tras una invasión o “ayuda humanitaria” los daños en los pueblos afectados toman décadas en ser reparados. Hoy ocurre algo parecido en Siria, en donde con su afán de imponer gobiernos y hasta modos de ejercer la política, intentó resolver un problema concreto y logró todo lo contrario.
La intervención rusa, desde hace pocas semanas, coloca el tema en otra dimensión y pondera la razón de ser del uso de las armas en fines pacificadores. Ya sabemos qué hay detrás de esos grupos armados y de su capacidad económica.
Por lo mismo, la comunidad mundial clama porque ese conflicto termine por el bien de sus pobladores, que por centenas de miles buscan refugio, bajo riesgos indescriptibles, en varios países de Europa. (O)