Cuando este diario circule hoy, incluirá la respuesta de la mayoría de los ecuatorianos a las diez preguntas de la consulta popular realizadas por el Ejecutivo. Y estamos seguros de que la urgencia de magistrados probos para apuntalar las estrategias de seguridad, así como la necesidad de transparencia y manejo ético de los medios privados de comunicación, incluso para defender posturas adversas al régimen, permitirán que los conceptos de participación democrática nunca más sean dirigidos bajo el pretexto de ayudar a liberar a la masa, pero bajo su tutela, que es la misma estrategia utilizada desde la colonia por las élites.
Así que, en adelante, esta será una tarea -la de romper las cadenas que nos oprimen- de la que nos encargaremos nosotros, el pueblo; porque el problema no es que nos mientan, el problema es que nos han acostumbrado a creer en sus verdades: lo que es bueno para ellos tiene que serlo para nosotros también.
Un grafiti escrito en un baño público de una barra bar, en la calle Zaruma y García Avilés, decía: “Coma mierda, millones de moscas no pueden estar equivocadas”. ¿Será que esa lógica es la que utilizan para vendernos una ideología construida con desechos? ¿Será que esa mentalidad de chamberos (con el perdón de este noble sector que busca el sustento entre los despojos de la sociedad) les ha permitido amasar grandes fortunas a través de la mentira? Quién sabe.
Lo que sí es evidente es que los excedentes los han desviado hacia otras actividades ajenas a sus labores específicas, y el poder lo han utilizado como un arma para el chantaje a los gobiernos corruptos de la historia republicana del país. Esta aristocracia del papel impreso, sumada a la que se introdujo en el oficio expropiando canales de televisión a la banca quebrada, huele mal. Silvio Rodríguez, el cantautor cubano, explicaba sobre su “Unicornio azul”: “Yo he preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado”.
La información es la función más destacada de la civilización, siempre y cuando los medios se dediquen a formar opinión y educar entre los demás, no a persuadirnos sobre sus paraísos que son exclusivos y excluyentes. Todo indica que ha comenzado la hora de empezar a escribir la historia de los que siempre hemos perdido.