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Un compromiso colectivo solo tiene buenos resultados si detrás tiene una política pública, una autoridad plena y un conjunto de acciones responsables. Eso ha ocurrido en Ecuador estos años y el efecto está a la vista: el trabajo infantil se redujo del 15,6% al 2,6%. Si esperásemos por la buena voluntad de ciertos empresarios, ese porcentaje no se reduciría nunca. A ellos solo les importa cuánto ingresa en sus cuentas y no cuánto aportan a una sociedad menos desigual. Por ello también hay que pensar mucho cómo sostener esta tendencia, de modo que, por encima de las dificultades económicas, no haya problemas de este tipo en nuestra sociedad. Demás está decirlo, pero los niños del mundo están obligados a jugar y a estudiar. Esa debería ser su única preocupación. La sociedad debe ayudar en ello, empezando por la familia. Y siendo una buena noticia, la reducción del trabajo infantil implica que hay más niños en las escuelas, lo cual también es reflejo de otra política pública que debe ser sostenida como una acción estatal y social plena. (O)