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El festejo no solo debe ser para recordar y conmemorar el heroísmo de los forjadores de su identidad. Ahora corresponde también pensar cómo imaginar y hacer realidad el futuro de los habitantes de esta vibrante y pujante ciudad.
Este nuevo aniversario por los 194 años de la independencia debe relievar, sobre todo, ese íntimo coraje para conquistar los más caros anhelos sin ceder a las protervas mezquindades de grupos muy egoístas. El guayaquileño es, por esencia, un luchador contra todas las injusticias. Y por ello está comprometido a impulsar cambios de hondura, con mucha inteligencia y en comunión con los ideales de sus próceres.
La libertad conquistada ha sido para comulgar con una nación que busca su propio destino, con plena soberanía y pensando siempre en las grandes mayorías, esas que ponen el pecho a los grandes retos. Este aniversario, además, es un punto de encuentro y de partida de todo el país que rinde homenaje a Guayaquil para consolidar la unidad nacional.