El fin no justifica los medios
¿Quién no quiere justicia social? ¿Quién no desea que los niños y jóvenes tengan acceso a educación gratuita? ¿Quién no anhela que los ecuatorianos puedan contar con un sistema de salud gratuito? ¿Quién?
Todos los seres humanos anhelamos vivir en un estado de bienestar, pero no podemos justificar que en la búsqueda de ese deseo ignoremos el atropello, la mordaza o la persecución contra aquellos que piensan distinto.
Justificar la corrupción y aplaudir la aversión porque nos prometen repartir justa y equitativamente los bienes y servicios básicos necesarios para el desarrollo y el desenvolvimiento de una persona en la sociedad nos vuelve cómplices de un sistema que ya gobernó y que está acostumbrado a no rendir cuentas porque configuró todos los estamentos para que nadie lo fiscalizara.
Esa cooptación de todos los poderes, con jueces alineados a sus deseos, es otra forma de dictadura porque la separación de poderes es intrínseca a un Estado democrático.
Estamos pues a las puertas de unas elecciones y ante esta coyuntura tenemos dos opciones: una, seguir siendo ciudadanos, y dos, dejar de serlo y permitir que nos vean desde sus intereses políticos como militantes u opositores, es decir como serviles o sediciosos.
El fin no justifica los medios. Si queremos un gobierno empático con nuestras necesidades no podemos soslayar los derechos humanos. <
Las elecciones están a las puertas y el partido que gobernó 12 años lidera las encuestas. Meditemos responsablemente el voto porque quién nos garantiza que en las próximas elecciones y en las subsiguientes haya transparencia en la organización de sufragios.
Todos queremos justicia social, pero también respeto a los derechos humanos: militantes y opositores.