Quienes advirtieron que el presente siglo sería también el de las migraciones, no se equivocaron. Pero no advirtieron que sería un drama en el que los más pobres, de nuevo, como las víctimas mortales, no tendrían una respuesta global solidaria.
Es más, todos aquellos políticos y analistas que festejaron las caídas de ciertos regímenes en África (porque “solo así se consolida la democracia”) no han dicho una sola palabra sobre los efectos de esas políticas de los nuevos gobiernos ‘democráticos’. Y ahora observamos imágenes dramáticas de familias enteras intentando pasar del mar Mediterráneo a Europa y cómo los controles policiales son inútiles ante la avalancha.
Como reportaba nuestro corresponsal en Inglaterra, es tan complejo el tema y tan poco entendido el fenómeno, que “el primer ministro británico, el conservador David Cameron, enviará perros olfateadores y construirá enormes vallas de seguridad en el puerto de Calais, en el noroeste de Francia, para lidiar con la creciente crisis de inmigrantes que estalla en Europa”.
¿Estamos hablando de otros muros o de esas enormes construcciones que separan a EE.UU. de México y a Palestina de Israel? ¿Veremos cómo mueren miles de ciudadanos pobres del mundo por no poder aspirar a vivir mejor en otro territorio porque en el suyo se han creado todas las condiciones para la desesperanza, para que con sus recursos otros países vivan mejor, tengan todas las oportunidades y se garanticen otros modos de vida o bienestar colectivo?
Aunque es duro decirlo, ¿no fueron Inglaterra, Francia, Italia, España y Portugal potencias colonizadoras que expoliaron territorios hasta dejarlos en soletas? ¿Y ahora son ellas las que impiden que esos ciudadanos que hablan su idioma, por imposición, no puedan ir a sus tierras a trabajar dignamente?
Ni las respuestas son fáciles ni mucho menos simples. Ya es hora de que todos los gobiernos se sienten y trabajen en una solución, no a los problemas migratorios, sino a la realidad y cruda situación de aquellas poblaciones que buscan una salida a sus problemas migrando, rompiendo vallas y muros en todo el mundo. Hay algo más en el tema de la migración, que no es precisamente un éxodo por necesidades económicas.
Los expertos hablan de búsquedas para satisfacer necesidades creadas en los centros de poder económico como el paradigma del bienestar. Claro, si nos han dicho, de diversos modos, que el capitalismo hegemónico es el único camino para la felicidad, se entiende que los más pobres de este mundo vayan hacia él. En la visita que hizo Barack Obama a África demandó más democracia a las naciones de ese continente. Sí, pero la democracia no solo son elecciones y unos presidentes elegidos con mayoría de votos, sino un sistema de derechos y garantías para el buen vivir de sus ciudadanos. Parece que Obama olvidó cuántas guerras ocurrieron en esa región y cómo EE.UU. contribuyó para que fueran solo una herramienta para la expoliación de recursos naturales que ahora resultan escasos. (O)
