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Lo ocurrido la noche del miércoles último es una prueba sintomática de la buena salud que goza nuestra democracia y, además, derrumba algunos de esos mitos y falacias creados desde un sector de la prensa y cierto grupo político que incide en las redes sociales de modo perverso.
Que el Primer Mandatario confronte con acérrimos opositores en el marco del absoluto respeto le hace bien al país en momentos donde se necesita mejor y mayor información, con todas las visiones ideológicas legítimas de cada cual.
Con todos los datos que los panelistas expusieron, lo más sano y provechoso es que cada uno saque sus conclusiones y de allí tome sus mejores decisiones. Por lo pronto, queda claro que no estamos en el peor de los mundos, pero también es cierto que las medidas tomadas por el Gobierno deberán sentirse como efectivas en los próximos meses.
De hecho, todo el debate posterior prueba cómo puede cambiar el comportamiento y hasta la tolerancia de los actores políticos y mediáticos. Si alguien cree que hubo vencedores o un solo perdedor del debate se equivoca: triunfó la democracia ecuatoriana. (O)