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Se han revelado las posturas más neoliberales. Sí, ahora saltan a la escena de la reflexión quienes antes sostuvieron (teórica y políticamente) ese modelo instaurado en su forma más perversa tras el Consenso de Washington.
Aparecen en escena quienes lo idearon y en ciertos medios y editorialistas se demanda lo mismo que ya vivimos en la década del noventa: la privatización, reducir gasto fiscal, ‘ahorro’ que significa menos inversión social y, para variar, mucho más crecimiento económico, con inversión extranjera de toda clase y ‘apoyo’ al sector productivo. Todo esto, supuestamente, porque el modelo del Buen Vivir fracasó tras la caída de los precios del petróleo. Lo que no se debate ni pregunta es si vivir con dignidad, oportunidades y servicios sociales básicos eficientes solo se logra con crecimiento, alto consumo y una vida de lujo por todas partes. Así no es, ni tampoco constituye el paradigma de la humanidad más respetuosa de la naturaleza y de un modo de vida austero.
Cuesta decirlo, pero que los pobres tengan más oportunidades parece que molesta a algunos grandes teóricos neoliberales. (O)